Puesta por el Ayuntamiento

La sensación de no pintar nada en un lugar determinado, con determinada gente, es un sentimiento agrio y sin sentido… cuando vas a algún lugar con las ganas suficientes como para estar a gusto y al pasar escasos diez minutos empiezas a pensar que si no hubieses ido, hubieses aportado lo mismo, es una putada… porque a ver con qué cara coges tu bolso y dices con una gran sonrisa que habías dejado guardada en algún cajón para algún momento como este: “Bueno gente, que me voy…” y es eso lo que te gustaría hacer… salir corriendo hacía algún lugar donde te sientas refugiada, con algún ser querido o sola mirando las nubes de tu habitación…

Pero no coges el bolso y sales corriendo… aguantas como una campeona aunque se te note en la cara que tienes ganas de escapar, que ese no es tu lugar y, ni mucho menos, tu gente, bien por el paso de los años o bien porque realmente no les conoces…

Sentirte pequeña al lado de sonidos, de imágenes, de voces, de chistes, de palabras agradables es algo que te va haciendo una herida de corte fino, de esas que se hacen con papel… de esas que notas como se va abriendo según vas pasándolo por la piel… vuelves a mirar hacia fuera y sigues teniendo esa sonrisa pintada por el qué dirán, por el qué no dirán, incluso por no echarte a llorar…

A veces te conocen de sobra para saber si estás cómoda o si parece que te hayan metido un palo por el culete para no desplomarte por el exceso de estrés hacia una situación, pero supongo que son momentos por los que a veces, se tiene que pasar… y así te sientes, como si te hubiese puesto el ayuntamiento… como si fueses una farola…